7.2.10

¡Tautología! - dijo la tortita de la izquierda-.


Son las 5.54 a.m. del domingo. Y una lleva ya veinte días de exámenes y le quedan aún otros veinte, así que, dado que el culamen se mueve lo justo - no need for details - y las horas pasan, agobiadas, contando hojas y esquematizando lo ya esquematizado, miras la hora y son las 5.35, hora de, o bien irse a la puta cama y mañana será otro día igual que el de hoy, o bien plantarse en la cocina y hacerse tortitas a modo de desayuno dominguero que no respeta ningún plan definido. Total, como para preocuparse del ruido de la batidora: mis super vecinos seguían duchándose - no hacen otra cosa que ducharse - y encendiendo el microondas - no hacen otra maldita cosa que usar el microondas - más sumar a la sinfonía el golpetazo de la tapa del váter - no sé por qué coño no conocen el concepto de "Trata ya no a tu semejante, sino a tu váter, como él te trata(ría) a tí"-. Se me olvidaba, no hacen otra puta cosa que mear y soltar la tapa del váter, de hecho suena a experimento sobre la gravedad, o sobre la no gravedad que aún no saben (¿Qué? ¿Confiar en su inocente ignorancia?), existe.

Y eso, que me he hecho tortitas para dos personas y media y ahora son las 6.01 del domingo y voy a ver si duermo, que mañana va a molar mucho el panorama, y el lunes, y el martes, y así.

La cosa es que puede decirse, con toda seguridad, que este examen lo llevo mal por a), b) y c); pero - y esto es un mensaje aún más directo a mí misma - los hechos hasta ahora me han devuelto al escalón del tripartito codos-codos II-suerte, así que, si sale mal, que salga mal, porque luego, cuando salga bien, habrá salido bien.

Mmm... joder, tortitas. Es un poco como llamar al vecindario para enseñarle una de esas maravillas que uno puede encontrarse al mirar al váter después de haberlo calentado, no obstante como la foto recuerda un poco a un tipo de esas maravillas - a la fiestera, vaya, trompetitas y serpentinas - pues lo dejaré en que ya son las 6.10 del domingo y esto ha sido una muestra más de lo mucho que me gusta escribir, el poco sentido que tiene según pasan los años y la necesidad imperiosa - y esto me temo que es inmortal, que no invariable - de reírte con la caída de alguien, del humor caca-culo-pedo-pis y de contarle a la polilla óptima compañera de piso lo absoluto y relevante de tus pelotillas de los pies.

Tortitas.


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