29.5.07

Ordinary



Cuánta verdad en tan poco espacio. Cuánta glucosa consumida para no ser usada en esas supuestas conexiones cerebrales que deberían tener lugar, pero no. Cuánta simpleza general. CUANTÍSIMA GILIPOLLEZ SUPINA

Y sin embargo, a la naturaleza le importa un cojón. Tú, sí, tú vas a morir. Tú, también. Y tú, aunque intentes esconderte, también caerás. Y si encima vais provocando esa caída antes de tiempo, o lo poneis más fácil, mejor que mejor. Y si os cargais vuestra casa general para tener refugios propios más decentes, creyendoos vuestra absurda hipocresía, le va a importar cojón y medio más. Porque la naturaleza no es tan adorable como parece. Ni tan sabia. Ni tan perfecta. Es una gran hija de puta que raya en la locura, es la menos cuerda de todos, es la perfección de la imperfección. Es ese punto que tú, por muy maldito humano que te consideres, JAMÁS alcanzarás. Eres su maldito súbdito, y si comienzas a considerarte otra cosa o te atreves a entrar en puertas que no son de tu condición ni poder adquisitivo, se desmorona todo, el mundo se pone del revés y el lado no cuerdo de la naturaleza hace su aparición más cruel y despiadada. Pero, sin embargo, es un desorden con toda la lógica del orden
. Tal y como ese orden necesita estar desordenado. Porque el bien y el mal, el día y la noche, la vida y la muerte, todas ellas son necesarias. Todas se complementan. Todas se necesitan la una a la otra. Es entonces cuando su sentido más trascendente se cruza, porque ambas líneas van hacia un mismo sitio. Es entonces cuando la suma de 1 más 1 no es 2, sino 1.

¿La diferencia? El humano tiene, por un extraño capricho o error de la naturaleza, la capacidad de romper ese resultado. La capacidad, de, con las mismas características todos y cada uno de ellos, dividirse entre el que es consciente de ello, el que no lo es, el que lo es y tiene el poder para manipularlo, el que lo es y se amarga la existencia por quien lo maneja, el que no lo es y vive en la ignorancia más absoluta y feliz al compartir y vitorear lo que está manipulando aquel que era consciente y tenía el poder para corromper para su propio beneficio. El problema es que a veces eso último es evidente, claro y conciso. Pero otras veces está escondido y actúa bajo la manta protectora de la falsa seguridad, la cual es más la más fácil y cómoda de usar, pero también la más cobarde y mentirosa. Y aquel que no usa su glucosa ingerida en realizar las debidas conexiones cerebrales (dícese, con y en el tiempo, porque todo lo verdaderamente bueno tarda en construirse) no podrá querer ver esa manta fantasma, ergo no podrá verla.


No me vengais con cuentos. No me hableis de más mundos de color rosa. Los conceptos inventados sólo tienen cabida en la película mental o proyectada en un cine que quieras montarte. Por eso debo amar al cine, y por eso debo llorar de alegría cuando alcanzo a comprender que el sentido de la vida es un sin sentido.

3 comentarios:

A las 5/29/2007 4:25 p. m. , Blogger Dark Santi ha dicho...

Deberías dejar de estudiar tanto el cerebro y las plantas de las terrazas ajenas.

Ese 9 of june...

 
A las 5/29/2007 11:54 p. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

"Cuánta glucosa [...] lugar, pero no."

palabras adecuadas ... como siempre :=)

 
A las 9/06/2007 6:27 p. m. , Blogger Javier ha dicho...

Me ha encantado este texto.¡Sigue así! Saludos desde la red.

 

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