Ba Moss

Saldría corriendo y saltaría millones de vallas y haría piruetas y agarraría a los transeuntes y suplicaría que por altavoces puestos en todas las calles sonase a toda leche 36 degrees y finalmente, un poco a lo Big Fish, me iría encontrando en una especie de meta momentánea a todas las personas con las que sonrío al pensar en ellas, en un riguroso orden, y ellas también estarían corriendo y orgasmando, en su particular carrera pero con el mismo espíritu. Efectivamente, es una escena promocionada por soma, o cristal, o sencilla liberación catatónica de serotonina por medios naturales. Me voy de los sitios en los que me aburro y me quedo y exprimo hasta el infinito aquellos que me aportan algo. Le dan por culo a las conveniencias y empatías supremas en las que eres tú el último que sale complacido y el bienestar directo y sin complicaciones es lo que busca el radar, que saturado de guarderías tempranas y tardías te otorgó el título de madre cuidadora psicóloga de pelotillas de los pies, y, a modo de Fry con cien cafés encima, la liberación tiene tanta fuerza reunida que puede convertirte en una Carrie mueve cosas.