25.6.09

That stranger on the hill

De repente son las 2.30 de la mañana como hacía meses que no eran las 2.30 de la mañana. Concretamente sería cuestión de sustituir el ventilador a toda mecha por guantes para escribir a ordenador y una conversación abierta de forma virtual por unas cañas en el bar de abajo que se alargan con latas de cerveza en casa. Son las malditas 2.30 de la mañana y se está de puta madre. Aún y además con esa sensación tan familiar... de volver a empaquetar lo básico y cambiar de casilla, aparentemente. Entre nostalgia y acojone. With your feet in the air and your head on the ground, o al revés.

Uno tarda en aprender ciertas cosas sobretodo cuando no están definidas por ecuaciones o el asunto es (wait for it) innato de inconsciente, de dado, de inducido sin esfuerzo. Yo he tardado cuatro años en darme cuenta de que es una gilipollez supina (y es que supina es de esas palabras) el ir diciendo que éste ha sido el peor año, que éste ha sido el mejor año, que los reyes magos son los padres y el día 1 de Enero Año Nuevo. También de que no hay por qué dejar de escribir si tienes ganas de hacerlo pero tu perspicacia está dormida o sencillamente en otras cosas, sino dejar que fluya, a menos que pretendas hacer el show de creerte que alguien espera algo de tí y, ya rozando en la parida, que podría esperar que publicases al mundo algo con valor. Al final, el que dice ir de pasao por la vida y de sudarle el torrente de la espalda lo que piensen los demás de él, es uno que bien pendiente está del tema y, aún peor que los sinceros en ese aspecto, usa unas formas mil veces más patéticas, por aquello del momento en el que el torrente de la espalda queda al aire y no precisamente por un movimiento digno del tipo Monroe. Luego están los faltos de tacto y esa sinceridad tan de adolescente arraigado a la farola que no sólo tiene bastante con joder su vida, sino que apura en la del resto. Y los que reconocen dar muchísima importancia a la opinión de la dirección humanidad-ellos, a ésos sencillamente dan ganas de invitar a un par de tequilas y girarles el prisma de la diversión.
Me encantaría dar el apoyo a estadísticas de tests o teorías de la personalidad de Pepito El Pelma pero la cosa se reduce en que hay cosas, muy a lo filosofía Pooh, que por simples sí son ciertas. Aunque se den (nos demos) de hostias por las causas que llevan a lo que se palpa.

Y al punto del tema, por supervivencia, no por iluminación divina, pegas el giro y aunque la sobredosis de fango sea considerable, mayor es la mierda que has dejado atrás. La comodidad es la pulga que muta en garrapata, esa especie de levitación de levadura que, por alguna extraña razón, a más de uno y a más de dos nos gusta observar mientras crece en el horno. ¿Porque es nuestra, nos la vamos a comer, ver crecer es un acto de la naturaleza digno de ser observado, los documentales de La 2 aún no lo han echado? La verdad es que a mí me mola por todas esas razones, y el caso es que han sido 9 meses vistos y no vistos. Se han terminado cosas, han comenzado otras, algunas están en el aire sin nombre ni apellidos... y apenas me he enterado de nada. Alomejor es así como tenía que ser, y de simpleza, dos cucharadas más.






1 comentarios:

A las 6/25/2009 5:00 p. m. , Blogger Quico ha dicho...

"por supervivencia, no por iluminación divina, pegas el giro y aunque la sobredosis de fango sea considerable, mayor es la mierda que has dejado atrás."


AAAA-MÉN!!!!

 

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