15.10.08

Reductio ad absurdum

- Bueno, hija. La gente tiene derecho a ser lo gilipollas que le apetezca.

Eso me respondió mi señor engendrator cuando le conté mi cabreo al haber leído una especie de debate transcrito de cuatro mujeres (desde una catedrática de economía hasta una especialista de diseño de imagen o de no sé qué pollas (de esas)) con el coche en segunda fila, mientras le esperaba. Y antes de nada, que no se me exalte nadie demasiado. Avisar esto es absurdo en sí mismo, porque cuando te propones en la vida ir contra corriente (recuerde el mundo que mis genes así lo determinaron, como la inteligencia y el carácter y mi psicosis) auguras una vida de sufrimiento, dolor, aventura, dramas; vamos, un puto cristo, de verdad. Haga el favor de notarse la notable ironía, porfaplis, sentido del humor ante todo. Y al lío, que me enredo. Eran tres páginas en las que las cuatro mujeres iban “intercambiando” puntos de vista sobre un mismo tema: la exhibición en Internet. Si vamos a tomar Internet por espacio público (mega chupi guay por constar de libertad de expresión y derechos y todas esos palabros que no vienen a definir más que un progresismo que huele lo suficientemente mal como para no reírse de todo intento de normalizar ese tipo de contradicciones) pues me voy quitando las lentillas para colocarme las gafas y así cortar la cebolla con el lagrimeo natural y sin tapujos. El caso es que aquellas cuatro mujeres iban exponiendo sus optimistas opiniones acerca del tema: que si un poco de narcicismo nunca viene mal, que si así lo que hasta ahora se ha tomado como “vulgar” en lo íntimo pasa a ser natural, que si (oh dios, esta es cojonuda) los tíos son más exhibicionistas, que si así fantaseamos y nos construimos una identidad mediante una personalidad ficticia, que si es genial que esta comunicación tan “cogida por los pelos” haya sustituido a tomarse un café con alguien, por la comodidad del asunto. Yeah.

Y fue hace poco más de tres semanas, pero recuerdo que eran las diez de la mañana de un sábado y que, a pesar
de llevar una importante resaca encima, me cabreó hasta tal punto que me enzarcé con mi señor engendrator (tras su inicial apunte sobre el gilipollismo y sus derechos) en toda una mañana de compras alimenticias discutiendo a dónde cojones se dirigía todo esto.

Hay algo que se denomina tiempo libre. Yo también me he especializado en él, aunque ahora vaya follada y se esté notando en el chorro de palabras que apenas pienso. El puto tiempo libre. El tiempo libre forma parte de ese tipo de cosas cuya existencia parece ser nueva ahora. Que si el espíritu emo, que si la maldad humana, que si hay que ver qué mal está todo al grito de “oins, mundo cruel”. Parece que nunca jamás han existido ese tipo de grandezas humanas. Nadie debería perder nunca la capacidad de sorprenderse, porque es divertido (o acaba siéndolo), pero por el puto amor de dios... a ver si estamos donde estamos. El tiempo libre lleva existiendo toda la historia. El rollito emo, exactamente igual. Lo mal que está todo, ídem de la ídem. Que lo que tiende a repetirse lo haga, según pasa el tiempo, por vías o razonamientos que cada vez parecen más degradantes, eso sí. Tampoco es plan de tomarlo todo como evolución, porque habría que ir cambiando ese punto de vista que dice que la palabra evolución se refiere siempre a avance positivo. Y unos santos cojones. Si tenemos la meta en convertirnos en robots, entonces sí es un avance positivo, ya te digo que si lo es. Y me da que esa es la meta que tenemos. Por eso cuando ví Wall-e salí sonriendo como una subnormal. No sólo habían sabido juntar imaginación con crítica sino que encima habían sabido encajar de puta madre una historia sentimental que le diese aún más sentido al mensaje que querían transmitir. Aún así, hay que ir siendo un poco realista: si te quedas mirando una calculadora y piensas en lo rápido que avanza todo hacia la comodidad y rapidez, acabas deduciendo que no queda tanto tiempo de eso que llaman human being, tal y como lo entendemos: seres que sienten, y tal. Me apetece ponerme en el modo pedante on, para decir que las generaciones cada vez tienen más fácil todo. Blaublaublau. Empezando por la autocrítica, claro que me meto en ese saco y claro que peco en él. Si conseguimos todo más fácilmente, sin apenas esfuerzo, y con la lógica rapidez, tenemos más tiempo libre. ¿Qué hace el ser humano en su tiempo libre? Aburrirse, para empezar. Luego busca qué hacer, curiosea, cotillea, experimenta. Si tenemos una base de mierda en cuanto a esfuerzo personal (no sé, de verdad, positivistas absolutos del mundo, qué quereis que os diga: es necesario pasarlas putas de vez en cuando), vamos a tirar por la parte más fea del egocentrismo: la más cómoda. Liarnos en diarreas mentales acerca de cómo obtener satisfacción, pero de cómo obtenerla fácilmente. ¿Y cómo se han definido a lo largo de la historia a los debiluchos, “mariquitas”, pusilánimes? A quienes necesitaban, por encima de todo, un regocijo de cariño y atención constante. Creo que ésa es la parte más fea del egocentrismo (partiendo de que serlo también es necesario e intrínseco, joder), la más cómoda, la más infantil... la menos desarrollada. Pero claro, uno sigue creciendo. Si a los veintipico sigue en esa dinámica, y lo que tiene a su alrededor no hace más que alimentársela, tenemos cojón y medio de tiempo libre en el que la prioridad se ha convertido en beber litros de diarreas mentales acerca de su condición de humano, dándole una importancia extrema a ciertas necesidades que sólo se obtienen cuando menos se obsesiona uno con ellas. No sé, igual si piras a África de misionero se te ponen las chorradas a menos cero. O más cerca incluso, deja de mirarte al espejo y mírate en el de otro tipo de meta conseguido. Y esto no es una declaración de principios de piedra, yo también tengo mi corazoncito, benditas ocasiones en las que late demasiado. Lo que vengo a decir es que yo, que soy la hostia de vaga, reconozco que o tienes metas que se palpen físicamente, o te vas a sumergir en el océano por creer que a la satisfacción, que está detrás de ese océano (mira tú que preciosidad de símil con el horizonte) se llega volando, montado en el fénix Excusas (por aquello de que van variando) sin pasar por quemarte con las piedras de la orilla en la cual está la barca para pasar por ese oceanito sin lugar a mojarte más que lo que salpique, que es jodidamente circunstancial.

En fin, la cosa está en relacionar unas cosas con otras. Por eso tengo orgasmos cuando encuentro gente que le ve el plumero al asunto, y el siguiente paso es coñear acerca de ello (bendita ironía). Puedo contarlos con los dedos de una mano, pero confío en que la excepción a la regla siga existiendo, por lo menos, hasta que a los del LHC se les escape el protón de turno y sí, nos vayamos todos a tomar por culo. Alomejor Wall-e ha sido estrenada en el momento más oportuno.




2 comentarios:

A las 10/15/2008 8:14 p. m. , Blogger Quico ha dicho...

Cuando te pones en plan crítico me pones... sí, como tio exhibo en internet mis emociones.


Quiero ver wall.e contigo, la siguen poniendo???

 
A las 10/16/2008 2:00 a. m. , Blogger Curro ha dicho...

Joder Quico, había leído "cuando te pones en plan CÍTRICO". Ya me replanteaba si lo del final era un huevo amarillo o...

Por cierto Ba, me parece que te ví el otro día en el metro.

Eso y que Wall-E es enorme.

 

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