24.11.08

It's called dream when they mean God's fortune

Tenía no creo que ni diez años y me fui a la cama como cualquier otro día en el que madrugar era lo que más me dolía en el universo, ni más ni menos como me sigue pasando. Hace tanto tiempo que sólo recuerdo algunos detalles (finales) y de no haber sido por contarlo cien mil veces, ni siquiera eso quedaría. Me dormí y empecé a soñar. El caso es que de repente se tenía que acabar el mundo por huevos. La peña histérica, esas cosas que pasan. Sin embargo, existía un Dios cachondo (pero Dios, al fin y al cabo), resultado de no sé cuales influencias literarias o televisivas (Monty Python, espero) llegadas a mi cúmulo de memoria, lo que es gracioso si uno está escolarizado en un colegio de curas, aunque sea la excepción de los beatillos allí presentes. La forma de acabarse el mundo incluía histeria y caos, de eso me acuerdo, pero en el último momento mi egolatría infantil se puso de plomo como detalle a recordar in extremus. Ese Dios, el blanco, gigante y cachondo, se aparecía de entre las escabrosas nubes de un descampado en el que estábamos absolutamente todos y cada uno de los habitantes de la Tierra, en fila, haciendo una S infinita. Mi hermana estaba delante de mí. Y no recuerdo una especial alteración en mi persona por lo que estaba sucediendo. Creo que lo que más me importaba era lo que Dios podría decir en voz alta (decir que Dios habla en voz baja es una increíble blasfemia) sobre mis actos. Ese mismo Dios iba juzgando al personal, y acto seguido, a todos y a cada uno de los individuos, le cortaba la cabeza al estilo antiguo de ponerla sobre una caja y... pues eso.

Llegó el turno de mi hermana, y Dios hizo algo raro. Me dijo que me acercase, y que yo tenía que tomar una importante decisión. O moría yo, o moría mi hermana. ¿Estaba yo dispuesta a palmarla por mi amada sista, siete años mayor que yo, cruel como nadie atribuyendo la muerte de Kurt Cobain a su cercanía con mi fecha de cumpleaños? No. Que la matase a ella. Y así lo hizo Dios.

Cuando más tarde se lo conté a mi familia, tan feliz y campante, fue cuando mi hermana, entre otras cosas, empezó a tratarme de forma más... cuidadosa.

Pero creo que nunca he dejado de ser vil. Así que quien lea esto que no espere nada bueno de mí. Soñaré con vosotros y os elegiré para morir por mí. ¿Era Dios Dios, o yo Dios? Estas mentes...

1 comentarios:

A las 11/24/2008 10:46 p. m. , Blogger El fumador ha dicho...

Si sueñas algo así conmigo, creo que prefiero no saberlo xDDD

 

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