21.4.09

In the jungle

Primera bocanada verdadera de sol. Después de una mañana Somosaguas mitad delirante mitad odiosa (porque delirante no es sinónimo de negativo) entre dobles cafés y coñas gores producto del hasta los cojones ando que bueno, básicamente, apenas acaba de poner un pie en la mesa y, cuando lo haga, se llegará a aceptar de tal manera que, with your feet on the air and your head on the ground, no habrá cabida de queja, y se terminará por echar de menos.

El caso es que estoy en un banco, frente a una paloma, o ella frente a mí, porque acaba de llegar. Está como super gorda, y un poco coja. Lleva dos minutos parada, mirando hacia mi dirección. Sin saber qué verá, visualizo en una jarta imaginación la especie de aspaviento que dice "eh, nena, yo también escuchaba aquello" porque hoy, tras ¿3 años? me he vuelto a colocar la camiseta, y puedo jurar que, de repente, me importa cuatro veces menos todo, como por entonces.

Sería una gilipollez pensar que el factor camiseta es lo que lo provoca.

De la paloma, de la camiseta, del estrés y de la jodida sensación de inutilidad se deriva que, ciertamente, se diferencian las personas entre las que agusto estoy, y agusto no estoy. Cuando mamas la capacidad de crítica e ironía a los pocos años, ésta es como las típicas manías en las marchas de los coches: a ver quién es el listo que te las quita.

Luego viene el sentido del humor.

Me consta que cada vez me hago querer menos, y que sólo sale cuando sale solo, en su mínimo significado. Sería una chorrada decir que las ocasiones las elijo al dedillo y están planeadas milenios antes. Me hartan hasta las extremadas buenas voluntades, ésas que se acompañan de "eres mi muñequita, yo te cuidaré, serás sólo para mí". Ay de aquél al que dirija una sola palabra tierna, están tan absurdamente caras que da la sensación de que hay que ir soltándolas para, segundos después, retraerte de su contenido.

Sigue sin ser ningún manifiesto pesimista, en el realismo también dejamos cabida al moñismo revolucionario, cuando cierto.

Lo que vengo a decir es que me siento como en una jodida jungla. Y los cien mil peligros aumentan, se acercan. Pero teniendo en cuenta que soy yo quien los ha elegido, significa que yo también pertenezco a esa jungla, y que puedo camuflarme en ella adoptando las formas y colores que toque adoptar.

¿No?

We're not the same, we're different tonight.

Y entonces suena el teléfono.

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