10.1.09

At home II (again and again and again and again)



Yo qué sé. El caso es que cuando me siento un poco gilipollas y perdida y estúpida y me emociona bastante más de la cuenta despedirme de mi madre en el andén a las 7 a.m. de un sábado helado, pienso en que realmente un día voy a jiñarla. Vamos, que sí, que de verdad que un día se acabó todo. Siempre me han entrado unos escalofríos de la hostia, nada comparables a
ese otro tipo de escalofríos, y lo que siempre he hecho al siguiente segundo es espabilarme cosa mala. No sé por qué, pero me pasa en la cama. Si sé por qué: la cama es el sitio más probable de reflexión, después de una celda de tres metros cuadrados y más de una hora en ella. Anoche me ocurrió en la cama, y ha vuelto a pasar a las 7.05 a.m. mirando por la ventana completamente negra del tren, con Right where it belongs a los oídos. No sabría explicarlo, de repente te tiembla todo el cuerpo y eres más consciente de la realidad que en ningún otro momento. Como cuando:

"
Would you believe in a love at first sight?
Yes I'm certain that it happens all the time.
What do you see when you turn out the light?
I can't tell you, but I know it's mine"
(
With a little help from my friends, The Beatles)

Todas las cosas que te apuñalen, que te jodan, que te den pereza; todas las cosas abominables de este mundo no importan absolutamente nada. No puedes perder ni un solo minuto, a ver cómo coño le explicas luego eso a la eternidad. Cuando me he despertado, ni he mirado el móvil, ni he ido a mear, ni nada de nada. Me he dedicado a pestañear unas cuarenta veces inmóvil, amén de que las lentillas volviesen a ser mis colegas, y he corrido la cortinilla. Aquella vista era pura pureza. Blanco, blanco, blanco. En el asiento que tenía delante también había algo que dejaba un paisaje parecido. Un tío más inaguantable que todas las cosas (ah, ipod, salvador de las conversaciones por móvil de la peña) desprendía nieve. O caspa. Prefiero pensar que aquello era nieve de su microsistema creado en su cuero cabelludo por unos enanitos muy enanos que vivían alegremente evolucionando en condiciones con niños en el parque celebrando la llegada del invierno. Puto caso es, que era caspa, y la imaginación no siempre supera al asco. Fuck off. Una hora después, el tren entra en Atocha a la velocidad de una enorme fila de patos saliendo de un jodido lago (aka Simpsons' episode X) y eso nos permite a los almerienses vive desierto admirar la cantidad de cocaína que se posa sobre... todas las cosas. Me falta dar saltos en el asiento y hacer palmas y reír como una loca.

Luego viene lo mejor.



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