26.4.09

I've never been in love

Imagínate: ahí de pie con Barry y con Dick, escuchamos una versión de Peter Frampton. ¡Peter Frampton, joder! ¡"Show me the way"! ¡Qué horterada! ¡Un disco que seguramente compraron todos los cabezas huecas pasados de rayas que había entonces en Los Ángeles!

Ya comprendo que estaba necesitadísimo de algún síntoma que me indicase el tremendo trauma sufrido por los últimos acontecimientos, coño, pero no había por qué llegar a esos extremos, digo yo. ¿No podía haberse conformado Dios con algo igual de horroroso, pero al menos tolerable, como un viejo éxito de Diana Ross o incluso un tema de Elton John?

Además, la cosa no queda así. A resultas de la versión que hace Marie de "Baby, I love your way" me encuentro de golpe metido en dos estados de ánimo aparentemente contradictorios: por un lado, echo de menos a Laura con una pasión que no había sentido para nada en estos cuatro días; por otro, me acabo de enamorar de Marie.

Son cosas que pasan. Bueno, al menos a los tíos. O a este tío en particular. Sí, a veces me pasa. Es difícil explicar cómo y por qué te ves de pronto arrastrado en dos direcciones distintas; está claro que hace falta una buena dosis de irracionalidad, de ensoñación, aunque de todos modos existe en ello una lógica. Marie es bien guapa, muy de ese estilo americana casi bizca, un poco rellena quizás. Si te va a dar la ventolera de enamorarte rendida y espontáneamente de una tía, te podría salir mucho peor. Además, tiene encanto, al menos por lo que he podido ver hasta ahora. Durante toda la vida he tenido ganas de acostarme - no, de tener una relación - con una cantante: me gustaría que compusiera sus canciones en casa, que me preguntase qué opinión me merecen, que quizás incluyese alguna de nuestras bromas privadas en la letra de una, que me diera las gracias en los créditos del disco, que incluyese, por qué no, una foto mía en la funda, perdida entre muchas otras y que me dejase ver sus actuaciones desde el backstage o desde el lateral del escenario, aunque es verdad que parecería un perfecto gilipollas.

Así pues, lo de Marie es fácil de comprender. Lo de Laura requiere más explicaciones, aunque en el fondo creo que se trata de eso: la música sentimental tiene la especial cualidad de llevarte hacia atrás en el tiempo a la vez que te lleva hacia delante. Marie es la parte positiva y esperanzadora; puede que no sea ella necesariamente, pero sí alguien que se le parezca, alguien que sepa transformarme. Y Laura es la parte retrospectiva, la última tía a la que amé, así que al oír esos acordes de guitarra acústica me vuelvo a inventar el tiempo que estuvimos juntos. No me doy ni cuenta, y de pronto nos veo a los dos en el coche, intentando cantar, riéndonos al comprobar lo mal que nos salían las armonías. En la vida real, eso es algo que no hicimos nunca. Nunca cantamos en el coche, nunca nos reímos cuando algo nos salía mal.

Esta noche, la verdad es que no importa ni lo uno ni lo otro. Marie podría acercárseme cuando ya estuviera a punto de marcharme, proponerme que comiésemos algo juntos; si no, podría irme a casa, y Laura estaría allí sentada, tomándose un algo y esperándome.

High Fidelity, Nick Hornby.



0 comentarios:

Publicar un comentario

Hey! Me tryin to meet you

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio