- ¿Es que vas a dejarlo?

Hubo un tiempo en que fue fácil implicarse. Las pilas recargadas en base a no se sabe muy bien el qué, el espíritu warrior incluso cuando no querías ni pararte a definirle a alguien qué coño significa eso, las ganas de aventura por los cuatro costados.

Ahora es como si una nublina espesa y tóxica hubiese invadido cada terreno que se ofrece ante tus ojos, pero, en un hilo de maricona esperanza, no sabes si lo inconcluso es el terreno, o el cristal de tu pantalla.

Oh, por dios, la verdad es que te importa un pito. Sólo quieres, sólo puedes si es más F que D. Más Fácil. Como si Fácil y Difícil se hubiesen convertido en analogías de escribo con la mano derecha, me río de la inutilidad de la izquierda, claves estúpidas con las que filtrar todo líquido que llegue a la habitación de procesado.

Y aquí estoy, hablando como el 90% de los apuntes de mi carrera, diciendo gilipolleces en términos cog - wait for it - cog, cog ... cognitivos.

Quieres, cuesta, intentas, no obtienes, te frustras; si llega el momento en el que de tanto esfuerzo consigues cero beneficios, que le cuenten a la santísima madre del Teo aquél que pasas cuatro kilos del culo de la suerte. ¿Hasta cuándo? Vete haciendo a la idea. O a la estrategia.