22.11.09

See her pee!



See her pee. Oh sí, esto es otra puta entrada about the fuckin' self. El único el que piensas, el único sobre el que ahora mismo no sabes qué coño haces leyendo.

Siempre me han llamado punkie. Con la "e" al final. Quien no lo ha hecho, ha sido porque me conocía de dos polvos (even that), o no lo hacía de nada más allá de estar pensando en su tinte de pelo en esa repetida conversación. Cosas que pasan.

A mí me colocan cierta música en ciertos contextos (que tampoco muy exquisitos pero cuando la piel llama al asunto ya se sabe) y si llevo un moño de viejal de sesenta años bien que importa poco. Eso me dicen. Sabes que alguien te conoce cuando te observa bailar sevillanas y alucina con ello, por aquello del contraste. Sabes que ese alguien ha soportado lo necesario, y que debería seguir haciéndolo tanto como tú por él.

Entonces aterrizas en el Wurlitzer one more time, por lo que vienen siendo circunstancias, y quizás la situación no es todo lo cómoda y fácil que te apetecería pero ahí que estás, y ahí que pasas de pensar ni medio kilo. A la música, a la conversación fluida (oh DIOS, estás en Madrid, ¿cuánta gente que lleve viviendo cinco años currándose el asunto aquí sabe qué cojones es eso?) y a la bebida.

Then, it happens. Eres tía, y desde luego nada miserablemente físico. Si alguna vez te han dicho que sí, es porque sabías quién eran los Pixies, discutías sobre política más allá de dos más dos son cuatro, y la rebedía por las venas ni siquiera era discutiblemente intencionada a la ligera. Pues vale, eres tía. Alomejor atraes por eso. Alomejor. Sea junto, o separado; queda mejor junto. Costumbre, ¿lo ves?

Lo asumes. Yo también. No vas a organizar nada tú solo. Incluso cuando eres tío y escondes lo grande o no que la tienes al conocer-la. Aceptas el juego, qué cojones. Ahora ponte en el papel de tía. De lo único que te apetece hablar cuando básicamente te sientes por 5ª vez recién llegada a una ciudad que no acabas de calar y pasas de destinos a lo semen por las consecuencias que eso crea - Barney, tengo unas cuantas cosas que contarte - es de música, de tamaños de pene, de tamaños de teta, de tamaños de cerebro, de qué tal irá la cosa en un muy próximo momento en el que las camisas de cuadros pasen a representar a cualquier criatura que no tiene ni puta idea de qué está representando, sin hacerlo.

You know him. He likes you. WTF. Otra vez.

Y sigue siendo un problema de no saber ponerse en el lugar de, de querer conseguir la satisfacción más rápida, de tener que dar las putas explicaciones. De... ¿Por qué Madrid? ¿Por qué pasa sólo aquí? ¿Por qué tan complicado? ¿Por qué hasta los putos cojones del santo sagrario del paño bendito acabas creciendo madurando analizando asimilando tanto cuando no te toca, no rige, no y punto, error y ensayo las veces que hagan falta el cansacio acumulado?

Where the fuck are you. Y me refiero al puto plural de los cojones. Nunca he sido una calientapollas más que cuando la persona lo -nos merecía -mos, So Fuckin Sorry About It.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Hey! Me tryin to meet you

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio