26.6.08

I like dirt





Normalmente, pues no sé. Sería genial meterse en ese portal, dar un par de pasos observando lo tétrico del lugar, y girar sobre sí mismo con los ojos como platos por lo excitante y no menos extraño del momento. Quizás cruzar un par de palabras, resumen de una circunstancial opinión común, y agarrarse el pelo para empezar a follarse como dos conscientes animales. Gritar tanto, sostenerse entre las barandillas de las escaleras con un equilibrio sobrenatural y hacer ese ruido, tanto ruido que ya notas, a los cuantos minutos, que los inquilinos terminan su paciencia saliendo al rellano. Tendrías mucha curiosidad por ver qué clase de gente vive en ese lugar, pero te humedeces más sabiendo que os están mirando, os están gritando y se están cabreando. Murmurarnos al oído fantasías sexuales propias de mentes volcadas, disfrutando de cómo nos gritan, imaginando que es su cese sexual la causa plus de la envidia que les hace insultarnos. Corrernos tantas veces como sea posible, recoger la poca ropa que llevamos y salir a la calle con tales sonrisas que la brisa que corre fuera casi provoca un último orgasmo. Mirarnos, y saber que sentirnos vivos al lado va más allá de la perversión efímera.

Los pecados entre dos son más pecado. No hay ningún miedo. Queda tanto.







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