1.9.08

Qué coño


Desde que llegaste ya no vivo llorando ¡eh! vivo cantando ¡eh! vivo soñando ¡eh!





Oler tus propios pedos bajo la sábana y, entonces, empezar a creer en Dios. Correr detrás de alguien en la playa con una paleta llena de arena mojada. Que suene el temazo muevecélulas por excelencia cuando la conversación y el ciego de cualquier noche está en su punto álgido. Conducir con la ventanilla bajada, cantando a grito pelado. Descubrir el trozo de piel que te pica rabiosamente, rascarte clamando al cielo. La birra. Ducharte y acostarte en una cama con sábanas limpias. Los 10 segundos que preceden a que comience un grupo que llevas milenios esperando ver. Vociferar Despite all my rage, Im still just a rat in a cage (Bullet with butterfly wings, Smashing Pumpkins). Una buena conversación postcoital. Aprobar, y con nota. Andar desnudo por cualquier sitio. Ponerse lentillas por primera vez y salir a la calle, tras media vida siendo miope con el consecuente acto de omitir a quien te saluda. Bailar, pero bailar bien. Bajar por Gran Vía informando al mundo de la función vital de los centollos. Bajar por Gran Vía haciendo el pollas, básicamente. Estar en un país extranjero con alguien a quien quieres. Ensimismarte sintiendo la potencia de un bajo que retumba en un concierto. Marcarte un solo de batería cuando estás en una silla rodeado de papeles y acabar sudando, en la intimidad más absoluta. Llorar con alguien, aún siendo en su sentido más drástico. Mr Barbarian y Mr Perfect de Martes y Trece. Ver que tu padre observa el mar con prismáticos porque hay tormenta y siempre se cree que se aproxima un tsunami. Tirarte un eructo en la calle (casualmente) mientras te cruzas con alguien, y echarle la culpa al colega (género masculino) que va contigo. Fiestas de espuma y un retroceso a la guardería que te hace sentir más vivo que cualquier droga. Dragon Kahn, primera fila y a la tercera vez ir contando los looping. Recibir un disco personalizado, esto es, que te han grabado un popurrí de canciones pensando en ti. Partidos de fútbol. Llegar al Malevaje jugando al susodicho con un maldito trozo deloquesea. El primer puto beso que te das con alguien que realmente te gusta. Un fin de semana entero follando con ese alguien. Descubrir gente con compatibilidad máxima en Last FM (don’t kill me). Sacarse el carnet de conducir. Ver Amelie, Big Fish o Alta fidelidad por decimosexta vez consecutiva. Ser animal, y serlo con sentido. Edimburgo. Nueva Zelanda. Viajar en avión. Sentir que tú lo pilotas, sí, como ese niño pequeño que va al otro lado del pasillo pensando exactamente lo mismo. Cosquillas, pero no cualesquiera. Tocar el piano, o mejor dicho, lograr una pieza entera tras X meses desesperándote con ella. Gruñón, el enanito cabrón de Blancanieves. Metro de Madrid informa: todos los servicios funcionan con regularidad. El jodido monigote del Word que es un clip y que te pone ojitos. Cualquier conversación en la que la imaginación vaya al mando. Una política casada con un esquimal y con un hijo con Síndrome de Down. Leer en la cama por la noche. Encontrar tus escritos de recién nacido adolescente despotricando contra el mundo y no poder parar de reír mientras los lees. Un nuevo disco de uno de tus grupos favoritos. Despertarte con alguien maquinando en tus bajos. Correrse, ya que estamos. Recibir a alguien corriendo y con los brazos abiertos. Descubrir que Downloadgraphy ha sido actualizado. Reconciliarse, vía abrazo. El mejor chiste del mundo by Monty Python. Sacar punta a un lápiz. Tomarse un café calentito cualquier mañana de otoño y que te falten las ardillas correteando al alrededor para sentirte protagonista melancólica en un fondo anglosajón. Cagar. Es más, cagar y mear a la vez. Toquetear un Macintosh, por dentro y por fuera. Una siesta con compañía. Hablar balleno. Ver el guarrazo de alguien contra el suelo y, salvo drama, reírte en los veinte minutos siguientes. Echar una carta a un buzón. El pollo. Oír/decir te quiero mientras intercambias fluidos. Descubrir que aún te sabes la tabla de multiplicar y el abecedario. En verano, en la cama, separar las piernas para que la parte del centro se enfríe. Perderse unos días en medio del campo. Ir en bici. Sentir la extrema M-suavidad de las sábanas. La serie Dinosaurs, y Fraggle Rock. Escuchar las olas mientras te duermes. Tranvías. Tortillas. Mayonesa. Atún. Comer después de un festival. La sensación indefinible de haber aprendido algo. Pillar un documental sobre X especie uni/pluricelular y que te enseñe y aclare más cosas sobre el sentido de la vida que cualquier diarrea mental que puedas crearte. Decir "ni guarra". Aportar algo a alguien. Irse de cañas y a la tercera estar gilipollas. Que las miradas lo digan todo. Leer sobre los griegos. Coffee and cigarettes. Estar en silencio y estar cómodos. Debatir hasta que amanece sobre cualquier pollada mística, y con sentido del humor. Que te abracen de repente por detrás. Los juegos de mesa. Despertarte una hora antes de lo que deberías, darte la vuelta en la cama y sonreír cual Emperador del Universo. Los calcetines planchados. El primer sueldo. Manoseos en el agua. Hacer el pino en ésta. Las croquetas de La Pepita (Madrid). Masajes capilares. Mirarse al espejo y decir "Soy guay", mientras el espejo te contesta con algo que no querrías saber. Pezones, al erizarse. El olor de las panaderías recién abiertas. La portada del Californication. Decir "adoreibol", "taburete" y otras muchas más. Descubrir un grupazo. Sacar las fotos en papel fotográfico, o como pollas se diga: esto es, las fotos de toda la vida, que se tocan y manchan. Buscar una palabra en el diccionario y encontrarte de camino una (cien mil) que habías escuchado y no sabías qué significaba. Los "me gustaría volver a verte". Pósters. Cintas VHS. Tormentas. Cärlos, de El Jueves. Tiendas con imitaciones perfectas de objetos antiguos. La Mierda Blanca (sustituir, si eso, por otro odio de los "con todo sentido deportivos"), cuando pierde. Encontrarte con gente de distintas nacionalidades y entenderse en un mismo idioma. La base de galleta de las tartas de queso. La carta del Vip's (a tomar por culo, sí). Las entradas de conciertos originales. Colgarlas en la pared postconcierto como si de un diploma se tratase. El hecho de que jamás podría acabar esta lista.



Por eso mismo, quien quiera que añada. Servirá de enlace para toda queja emohumanística (o gilipollas, que viene a ser la definición común de todas las generaciones).
Qué coño.




2 comentarios:

A las 9/02/2008 1:49 a. m. , Blogger Quico ha dicho...

Temón que abre alta fidelidad^^

pero mejor el libro, ¿eh??

Ánimo, y eso, deja de choricear el wifi al vecino, que está feo.

Besoide!

 
A las 9/03/2008 12:42 a. m. , Blogger Curro ha dicho...

El de "la primera vez que te pones las lentillas" me ha llegado hasta las entrañas.

Mr Perfect y Mr Barbarian, La galleta de la tarta de queso... Me parece que este es el comienzo de una bonita amistad.

(me los he leído TODOS!!)

 

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