22.8.08

Dry the rain.

Uno cogió el ascensor, el otro subió por las escaleras. En el camino del ascensor, éste sufrió unas sacudidas, porque los cables estaban debilitados por las extremas temperaturas de la estación que transcurría, sin caer en ese detalle. En el camino de las escaleras había alfeizares, con plantas de coloridos tan geniales que llamaban la atención de unos segundos a su paso, cual mosquito que se dirige a la luz y con la misma lógica de la debilitación humana. Bajo todo esto se esconde que los movimientos para ir al mismo sitio eran distintos, con sus velocidades y sus tiempos. Por encima de ello quedó que, finalmente, la dirección era la misma.




A veces, sólo a veces, me cago en las circunstancias. Y en ocasiones, con la misma probabilidad, me retuerzo de errores.



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