Suddenly.

De forma aparatosa mueren ciento y pico personas, y de forma aún más surrealista te van contando que 50, que 20; que no, que todos menos 27. El presidente del Colegio de Psicólogos sale diciendo cuatro soplapolleces mal contadas, en cuanto a las preguntas que le hacen de "cómo reaccionan los familiares, qué hacer con ellos, días venideros y apoyos necesarios". Y espero que les estén dejando gritar agusto, que les estén dejando llorar lo que les de la gana y que no les mediquen durante un mes para encontrarse, luego, de sopetón con la realidad. Y la gente se conmociona por algo así, los de fuera, digo. Como si nadie más muriese todos los días, como si no existiesen los hijos de puta que se asimilan a cualquier atisbo de "Dexter" y como si no hubiese motivos políticos estrafalarios por los que la gente sigue cayendo. Nunca el mundo fue rosa y, si acaso, se va tornando en negro en cuanto a que cada vez somos más autómatas y las sensaciones, cuando aparecen, lo hacen brutalmente y la predisposición tecnológica, hasta de pensamiento, hace las cosas más feas e indudablemente más "sorpresa". Y los aviones se pueden caer. Y yo, cuando me subo en uno, disfruto muchísimo del despegue. Y pienso, claro que pienso que en cualquier momento puedo explotar en mil pedazos y que, de vez en cuando, tengo al lado la Salida de Emergencia que he aceptado acatar con toda la responsabilidad del mundo. Y entonces, lo de siempre. Ocurre ese 0.000000000000000[...]1 de probabilidad, y ciento y pico la palman de golpe. O te toca ese cáncer, o peor aún, le toca a quien tienes al lado. O, en la salsa de tu relación sentimental, pica la avispa que nadie esperaba y que desmorona toda armonía. O, sencillamente, te cae una teja en la cabeza mientras andas por la calle para comprar el pan, un feliz domingo resacoso cualquiera tras una semana construyendo tu propia rutina.


C'est la vie. Y la única respuesta que siempre he encontrado es que, a la que puedas, plantes un enorme beso a quien quieres y mantienes a tu lado. Sin más palabras. Hechos.