11.12.09

Nobody's asking for a miracle. Quizá.


Es curioso que después de cuatro años y medio, que a estas alturas del viaje, de la escalera, de... la veintena, esos únicos y necesariamente divertidos diez años, no hayas logrado tener al lado a gente como la que está a 500 kilómetros, encontrados fácilmente allí, en su momento, en una ciudad siete veces menor a ésta, logrado empatía y confianza al segundo, con el único interés que el cachondeo y el sostenerse de por medio.

Me niego a creer que eso sea imposible aquí, me niego a creer que la experiencia del personal conocido haya sido un poquísimo tanto acertado de un enorme porcentaje, me niego a hundirme por este tipo de gilipolleces como son el considerar amigos a quienes realmente lo son, y si no lo son, no los hay. Y ciertamente, apenas los hay justo aquí, ahora, aquí al lado, justo aquí donde todo cuesta cien veces más que en la sweet sweet home, al tanto de una ida de olla cualquiera, de una sinceridad duradera más allá de diez sucesos variopintos; dios, estoy demasiado harta de todo este tema.

Me siento demasiado mal.

Supongo que desahogo off. One more time.

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