31.5.10

Leche, colacao, cereales y avellanas...

En el fondo, enternecen. Llega un punto de tanta hora de estudio en el que te quedas mirando a tu alrededor, y, gracias a Dios, no es el caso de una biblioteca. Porque eso sería una configuración estimular a lo Big Bang, es decir, no habría técnica aversiva que eliminara tales impulsos de mirar la cantidad de chorradas disponibles a tu alrededor. Cómo ese se saca el moco así disimuladamente rascándose la nariz pero inclinando el dedo más hacia el interior de lo normal, cómo esa tan mona y tan popie deja entrever su condición de soñadora inaguantable porque lleva tres horas mirando tus hojas y no las suyas, cómo esa pelusilla choca con la pata de la mesa cada vez que cierto meneíllo de viento la empuja... pero no avanza. Se queda ahí, el vientecillo vuelve, retrocede, el vientecillo vuelve, hacia delante que va otra vez... y te planteas fenómenos de la física que son exactamente más quebraderos -si cabe- de cabeza que lo que tú tienes escrito en tus papeles.

Enternecen. Porque estás en casa, en una que no es la tuya pero ya hemos aprendido que, aunque no lo sea, la llenas de las mismas cosas y regalos y detalles puntillescos que hacen que lo medio sea. Entonces observas los papelicos, los bolis, los rotuladores, el silencio, tu camiseta de ¡Pezqueñines no, gracias! y el agujero brutal death del pantalón del pijama justo en el peor sitio en el que podía estar. Y oye, todo resulta enternecedor... están las cosas ahí, sin moverse, a disposición de que tú las uses si quieres, y si no quieres pues no, pero el caso es que enternecen porque tienen colores, y una especie de orden artístico que sólo a tí podría parecértelo, y mil chorradas más que vienen a justificar que qué bonitas las idas de olla que vienen de esta época porque aún quedan, exactamente, cuatro veces más así. ¡No, es que empecé Biología, y me tiré un año en su cafetería a la par que me aprendía nombres de plantas! Y me podía haber quedado ahí, hablando de por vida con los virus, que de antemano sabes que van a joderte, y de antemano sabes que sólo vas a tocarlos si tienes los guantes para ello. Igualico que ahora.

Enternecedor. Estupendo. E... ya. ¿Por qué la gente odia "estupendo"? Es un palabro genial.

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