Stop.

Siempre está el típico listillo que no alcanza a saber la longitud de onda de sus pretensiones. Siempre está presente la anormalidad perfectamente explicada mediante vaya usted a saber qué oscuras y arraigadas causas, lo cierto es que de momento no cobro ni un duro por solucionar casos sino que sólo forman parte de las prácticas que yo pago. La forma de cortar por lo sano con ésta va a ser una tocada de narices tal sutil que lo mismo estallan unas cuantas bombas, y veremos quién pone la sosa caústica en la mano, y quién da el sermón About the Pain.

Siempre están los atascos en los que a uno le pitan sin haber puesto un pie en el asfalto. Y todas las mañanas en las que me levanto y acto seguido tengo que hacer algo relacionado con la pre-profesión que con los ojos entreabiertos elegí pienso en que lo difícil en este planeta es estar cuerdo, porque la locura es llegar a pensar que existe el modelo ideal de cordura con rositas por orejas y suaves plumas por múltiples lenguas que te susurrarían todas las maravillas de este mundo concentradas en su ser.

Y también he pasado por un tipo de obsesión. Sé que hace de todo menos construir, sé que inspira como toda emoción llevada al límite lo hace, sé que las secuelas que todo ello deja son las de ser un artista, mediocre o elevado, tirado en la cuneta.

Obsesión mala. Obsesión, mala. Caca. No. Fuera de toda gilipollez supina del arte del sufrimiento. No hemos venido al mundo a cagar, sino a comer antes de cagar. Así que no podemos limitarnos todo el rato a cagar, y a oler mal. Ojalá me haya explicado con la suficiente claridad, más o menos al nivel de la lógica con la que el ser humano X puede llegar a hacer las cosas. Ajá.

Es un error llevar las cosas al límite, al precipicio, a menos diez segundos de que la bomba estalle. Hay una señal de pare en la señal roja, otra con no parar aquí a ninguna hora y otra que eructa ni se le pase por la cabeza aparcar aquí.

Yo creo que está bastante claro y nos viene bien a todos.