19.12.09

To adress

Cuando esta canción comienza, el parecido a un corazón latiendo a toda pastilla es bastante evidente. O por lo menos, lo es si la escuchas con auriculares o altavoces realmente buenos, ésos que te sumergen en cualquier sitio menos en uno real.
Y esta canción, desde que la escuché hace ya unos curiosos años, siempre me ha dado escalofríos. Así, en un plan mariconada nerviosa. Mostrarme moñas gratis suele ser raro, a partir de entonces dije que era la canción de amor por excelencia en esa especie de puntitos débiles que cada uno tiene en su mapa.
Y a veces la he berreado y a veces la he gritado sin más pasión que la de poner voz de pito extra; el caso es que los escalofríos continuaban y yo siempre pensaba que quizá - quizá - llegaría el día en que pudiese escucharla con escalofríos de los que saben a todo menos a algo con una intensidad que, realmente, todavía no había bebido.

Entonces llega el rarísimo día en que la escuchas y los escalofríos son cosquillas tan placenteras como si la serotonina andase de nocheviejas varias, con cartelitos de "Don't You Wo!" y el mundo fuese una bolera inmensa donde las personas son bolos y todo cristo nació sabiendo patinar.

Todo esto después de un reniego constante y varias - bastantes - lavadoras de ropa de color. Después de todo, no es que existan los derechos a reír o a llorar. Existe la posibilidad de que hagas las dos cosas, y tú eres el que verá qué viene a continuación. A mí lo que me sorprende, lo que me deja boquiabierta es toda esa parafernalia de casualidades. No parecía que fuese X, no parecía que fuese en el tiempo Y, no querías que el resultado fuese Z porque tu razonamiento para pensar a fondo la situación que planteaba la pregunta estaba entretenido no sé si en mirar moscas, pensar en la oferta de donettes o ser el papel higiénico con ojos, boca y manos que se deleita con un buen helado sabor mierda.

E ironías de la vida, es increíble lo que giran los prismas, la base que sujeta al prisma y la tierra que mantiene a esa base. Un sólo cúmulo de circunstancias, y la bechamel sale de otra forma. No le falta sal. Está en su punto justo y yo empiezo a pensar en la característica de las piedras filosofales.

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