29.7.09

Sometimes I think I could... Burn


Cualquier cosa que diga estaría por debajo de lo que pretendo decir. Una de ésas veces que te pasas por el forro las palabras y te dedicas a vivirlo. For the last time, tomorrow.

22.7.09

My little piggy

Imagínate una guardería.
Ahí están las mesitas tamaño pin y pon, las estanterías llenas de juguetes blandos y mordidos, el muñeco con media pierna y, en el más alto de los estantes, un ábaco. Estamos en pleno siglo XXI y dudo seriamente que se usen ábacos en las guarderías, pero esta historia va de niños cuya cantidad de años canta que, probablemente, cuando eran pequeños, aún se usasen.
La mayoría de las bolas de ese ábaco quedan inclinadas hacia donde hay una pizarra, garabateada con palitos y figuras indescriptibles. Más allá, cómo no, el cuartito de las siestas. En dirección contraria, el comedor. El patio y los columpios, aún no se les confiere a los de esta guardería. En un mundo donde se adivinase el futuro, se sabría que no iban a saber apreciar los detalles que encierra el verbo
relacionarse. Pero no es un dilema Qué Fue Antes, si el huevo o la gallina. Saberse, se sabe. Otra cosa es usar la excusa como droga. O la droga como excusa.

Digna de especial atención, es una característica la de cocerse un panorama extremista entre los que pululan por esta guardería. Los niños son muy aplicados, y pasarán por encima de cualquiera para conseguir destacar más que nadie. En todo lo demás, resultan un auténtico desastre. En cierta manera, es como si para que una parte quedase al completo, la otra tuviese que quedar al vacío. Los mismos niños, criados como si cada uno fuese el auténtico y único mañana, pelean con uñas y dientes (de leche) hacia su rival más próximo, incluídas las hormigas, si les suben por el brazo. Están como auténticas cabras, y ya en sus cumpleaños empieza a disminuir el espacio de tarta sin velas. Crecieron hace ya, pues, en forma física, y por supuesto, en inteligencia militar. Lo cierto es que jamás se han enfrentado a un enemigo real, más allá de la amenaza de poder ser superados en cualquier ámbito de sus vidas. La táctica, entonces, es verbal. Envidias que llevan a traiciones, manipulaciones y lenguas víparas... todo servido al más puro estilo italiano.

Como un descontrol de esfínteres llevado al extremo siguen meándose en cualquier parte, sobre cualquier cosa. ¿Su vejiga, digna de una Diosa a la cual el castigo le resulta innecesario, blasfemo?
"Mamá, la culpa es tuya por tenerme".


21.7.09

This song's about you

La cagaste corazón
nadie te ha dado vela en mi entierro
soy más rata que ratón
y ni tú ni nadie me la da con queso.

En el telediario
el dios
de la lluvia advierte
que se anuncia el invierno

días de baja presión
no voy a preocuparme ni un momento.

Me gusta el sol, el que pica en la cara
el que ilumina y deja las ideas bien claras
aunque el agujero de ozono me abrase la piel
más queman las dudas
que le vamos a hacer.

A la sombra del laurel
voy a dormir cuanto me de la gana
cuéntame el cuento otra vez
sigo buscándome de cama en cama.

En salto de cama cantaba la rana
cantando se alivia lo malo que pasa
que pasa la gorra y andando pa' casa
y ve por la sombra que pica en la espalda
este sol de justicia que tanto apalanca
te deja tirao y quita las ganas
de dejarte perder y andar por las ramas
se acaba la siesta quinto levanta
¡vámonos!


El Hombre Rana, La Cabra Mecánica.

13.7.09

Everything where it belongs

Hay tres pares de zapatos dejados en el suelo, uno al lado del otro, como si pretendiesen dar ejemplo de una de esas veces que el orden se organiza a raíz del desorden. A lo largo de las veces que han sido usados, se han dejado caer sin cuidado ni atención. Una de esas veces y otra casualidad entre millones.

Son sutilmente diferentes entre sí.

Los primeros son usados en esas ocasiones especiales. No rayan ni en lo esperpéntico ni en lo elevado, van a ras del suelo y tienen un convenio genial con la simpleza y la diplomacia. Luego, en realidad, dan un dolor de pies insoportable, llenándolos de tiritas y revistiéndolos de una especie de calcetín color carne, jodido a tirones. Es irónico cómo algo destinado a dar una buena impresión no hace más que jodérsela a base de soportes que eviten sangrar a la masa que realmente los dirije. Y no siempre se consigue porque las tiritas son contables, se terminando acabando y pocas veces se recuerda un repuesto en la caja de las medicinas.

Los segundos calzan la mayor parte de los días. Sin embargo, dan el pego entre lo bonito y lo práctico; un verdadero acierto, de ésos que duran tanto tiempo como lo merece su equilibrio entre apariencia y utilidad. Cunde vez sí vez también sin que necesite un show para valorarse. Como las rutinas edulcoradas con polvos mañaneros que alegran el día y ponen en marcha el resto de las horas, es decir, difícilmente sueltas algo así.

Los terceros son las Master de la Comodidad, unas simples zapatillas de estar por casa. De color blanco, muy finas y, a estas alturas, dobladísimas. Evidentemente, no es lo mismo lo que ellas sirven para tí, que lo que tú sirves para ellas.

Los tres tipos de zapatos podrían originar un altercado gigantesco, si aceptáramos la equidad entre los objetos y pudiéramos trasladarla a una metáfora. Próximamente, en cines.

9.7.09

The Could Have Been

Si estás leyendo esto significa que he encontrado el valor para mandártelo. No me conoces muy bien, pero, si me lo permites, tengo tendencia a repetir una y otra vez lo duro que me resulta escribir. Pero esto, es lo más difícil que he tenido que escribir nunca.
No existe una manera fácil de decirlo, así que simplemente lo diré. He conocido a alguien. Fue una casualidad, yo no lo estaba buscando, no lo planeé. Fue la tormenta perfecta. Ella dijo una cosa, yo dije otra; cuando me dí cuenta quería pasar el resto mi vida en mitad de aquella conversación. Ahora tengo la sensación en mis entrañas de que puede ser ella. Está completamente chiflada, de una forma que me hace sonreír, extremadamente neurótica, y exige un mantenimiento exhaustivo. Ella eres tú. Esa es la buena noticia. La mala, es que no sé cómo estar contigo ahora. Me acojona. Porque si no estoy contigo ahora mismo, tengo la sensación de que nos perderemos, ahí fuera. Éste es un mundo enorme, lleno de vueltas y recovecos. Basta con parpadear para que desaparezca el momento. El momento... que pudo cambiarlo todo. No sé qué hay entre nosotros, y tampoco puedo decirte por qué habrías de saltar al vacío por alguien como yo... pero hueles tan bien, como el hogar, y haces un café excelente.
Eso también es importante, ¿verdad?. Llámame.

Infielmente
tuyo, X.

C., 2ª temp.