I hate titles today.
Tonight we'll make it all right.
UF, dios.
Tonight we'll make it all right.
Una gran transición se asemeja a estar subido en una montaña rusa llena de loopings y vacía de sujección. También a un sueño, porque tampoco en una metáfora hay cabida para los milagros. Las cosas sencillamente ocurren, y no tienes mucho tiempo de plantearte el por qué y el hacia dónde porque toda tu energía la ocupas en intentar mantenerte en equilibrio sobre una barra del mismo en la que, de repente, has caído de sopetón. Bajo ningún concepto está la posibilidad de caerse de ella, porque, en la línea de la imaginación, y enlazada a la intuición, debajo sólo hay cocodrilos, nubes negras y alfombras en las que crecen los cuchillos. Aún así, hay un precio que pagar, hasta que pasas por el trago, y es cuando sientes tener autoridad para decir "yo he pasado por esa barra", y de ahí darte por convencido de una sabiduría que, básicamente, podrían aplastarte en cualquier ánimo pesimista y rastrero con el que te topases al segundo siguiente. Miro a mi alrededor y no suelo ver personas fuertes, para nada. La gracia del engaño es que, con él, uno puede distinguirse de un mono. Y ser débil, y oír un cuento chino sobre cuántas veces escaló el Himalaya sin saber siquiera cómo se suben unas míseras escaleras. Finalmente, siempre saldrá una voz que dice que todo eso se descubre, y que pinceladas que el karma marca acaba poniendo las cosas en su lugar. A mí eso me da igual. Te limitas a pasar por los terrenos de la gente, y a menudo te machacas con la puñetera suerte que ha hecho que no te encontrases a esas mismas personas en otro contexto, y en otro momento. Ahora estás en tu barra de equilibrio, con tantas historias entre las orejas que, por mucho go with the flow que intente ir de medicina por la vida, hay humo. Y tartamudeas, y dices completas gilipolleces sobre cualquier cosa. Y los tierras tragadme se dan a cada vez que abres la boca, porque, de un plumazo, has pasado página y el terreno de la siguiente se basa en quince barras de equilibrio, hasta llegar a la explanada. Mientras, estás en nublina. En la puta parra, y atolondrado. De repente hay millones de posibilidades abiertas, millones de cosas que hacer, millones de personas con sus millones de cualidades que observar. Ahí delante. Circunstancias.
Hay moscas. Piedras en los zapatos. Y luego están los guisantes, esas verdes e insignificantes pelotillas. Antes estaban casados con las alcaparras. Pero los años y la madurez (venga va) hicieron que mi paladar, juez incansable y miembro del Consejo Sentidor, separase la asociación de apariencia-valor. Y así fue como las alcaparras, pelotas feas donde las haya, me sugirieron un sabor único en pizzas y demás alimentos intento de curre culinario pero nada lejos de cutrería estudiantil. El Consejo Sentidor sugirió una vez más a la conciencia algo no precisamente novedoso pero sí capaz de afirmar la idea: esa extraña inteligencia, ese poder de confianza y atracción, ese fondo insaciable de posibilidades. Y direis: hay alimentos de aspecto fácil y bello, y así mismo un interior acorde a ello. Y sí. Unas patatas fritas y unos huevos están de muy lindas pics, pero mentireis mortales si afirmais que tal cosa no os empacha. Que para un rato, sí. Pero siempre, sólo crea problemas sin avisar. De repente, de tanto empacho y tanta ceguedad, te da un macro infarto. Que es como un infarto, sólo que desde que sé que existen los micro, me consuela llamar a los demás macro.
I can be changed by what happens to me. I refuse to be reduced by it.
La criminología es una ciencia social que a partir de diversos enfoques metodológicos, se ocupa del estudio de “la cuestión criminal” o la criminialidad como un fenómeno social. Su objeto aborda temas como el delito, el delincuente, la política criminal, la víctima, el control social y los procesos de criminalización, entre otros. Trabajar como funcionario del estado en Instituciones penitenciarias. O trabajar para los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del Estado, por ejemplo: asesor de jueces, abogados, fiscales o como miembro de la Policía Científica. O ejercer de detective privado, como autónomo o para una empresa privada.
- Pero qué jodida de la cabeza estás...
Por supuesto que me acuerdo y claro que es como si recibiese de nuevo el impacto ahora mismo. La putada de las emociones, de los impactos a éstas es que, pase el tiempo o no, eres capaz de revivir ese aplastamiento del meteorito, sea benigno o maligno. Y es que, es acojonante que vayan detrás de tí, ¿cierto? Es tremenda esa sensación de que finalmente a alguien le importas la hostia en verso y qué bien que parece que la manera de que nunca deje de hacerlo es a través de que se den sutiles detalles que demandan una respuesta digna de poder ser clasificada como "obsesión nº infinite". Claro, que toda conciencia del tema posible es inconsciente. Sí, debe serlo, tanto como el que conduce borracho y se pega la hostia, pero no se mata él, sino otros. No, mejor, es egocéntrico por parte del que se mata, a ver qué coño pintaba ahí. Total, él estaba en mi camino y que yo fuese borracho o no, allá películas. Que se hubiese quedado en su casa. Yo tenía derecho a beber. Y por supuesto, a conducir después.