Caí en la trampa
Llevo 24 horas dando por saco con él, así que aquí no iba a ser menos... ueeeeeeeee! ¡¡¡Pero qué fiesta, joder!!!
Llevo 24 horas dando por saco con él, así que aquí no iba a ser menos... ueeeeeeeee! ¡¡¡Pero qué fiesta, joder!!!
Sólo hay una razón por la que habría que hacerlo, y es que es como mejor salen estas cosas: hablándolo en cinco minutos, bromeando (porque las mayores verdades son las que se dicen bromeando), contando un par de posibles coches, de tiendas, de sustancia de supervivencia a dos decenas de euros por cabeza, de... Fabulosos Cadillacs, S.A., EUKZ. Va siendo hora de un revival adrenalínico así... tanto que la cabeza se va a teñir de azul, sí, sí, como el color de los virus...
Las cosas que hacen mella son las que se componen de contraste. O sea, no es que esas sean las únicas, pero los pasos de la tormenta al arco iris, al sol y al olor a lluvia son los que, como si fuese el ánimo de un tejemaneje llamado, yo qué sé, Esencia de X, se te quedan grabados una buena temporada, y con suerte, de por vida.
Anoche se dio uno de ésos. En menos de diez minutos el negro pasó a un blanco cegador, imprevisto; las gafas de protección andaban colocadas porque si algo tienen las malas rachas, es que te enseñan lo que cuesta mucho aprender. Normalmente. Da igual, ese no es el caso. La cosa es que cené cualquier cosa, me vestí a lo ligerísimo primaveral en cinco minutos, me dio la gana de colocar esa raya negra sobre los ojos que me hace sentirme algo orgullosa de lo que pueden llegar a ser mis ojos. Llegamos a la calle del Goodfellas, nos pillamos latas y latas de cerveza, la conversación es fluida, íntima, de corrido; la temperatura de 20º consigue que sólo entremos al bar un rato por puro hecho del "ya que hemos venido hasta aquí". A los veinte minutos, "vámonos al Wurli". En San Bernardo, "Bah, taxi, que sale a euro por cabeza" "Me parece más que estupendo", el taxista pone morros al oír criticar el cero riguroso programa de Íker Jiménez que anda escuchando, en el Wurli no nos dejan entrar porque la cola es sinónimo de lo tarde que ya es para lo gratuito. "Vámonos al... ¿Barco?". Y nos fuimos. Y la música fue la hostia, de sorprendente. Y me sentí realmente agusto, tan agusto como hacía meses, mesazos, que no conseguía estar en un ambiente así. Y Ramones, Prodigy, RATM; los de siempre fueron desfilando, y parecía como la primera vez. Y me acordé de Granada, y de Almería, y de las locas salidas secretas que en Madrid he ido mamando. Y me acordé de la edad que ya tengo, y miré de otra forma distinta a quien tengo al lado, y todo encajaba por el mero hecho de que tenía que ser exactamente así.
O'muiño abría a las 06.15. Desde las 06.00 justas, una veintena de gente anda esperando igual que nosotros. Un sentimiento extraño, como perteneciente a este país y a ningún otro, algo así me invade. Y me río, la verdad es que es un cachondeo magnífico. Somos rápidos, nos quedamos con una de las tres mesas. Enfilo hacia la barra, ya llena, y pido cuatro pinchos de tortilla, una ración de croquetas. El tío de al lado intenta ligar conmigo, chapurreando medio francés medio español, sus amigos dan el do mayor de las horas que son, con un tono que cae muy bien, intentando hacer lo mismo que el francés. La verdad es que, lejos de tirarme parques botánicos de flores a mansalva, sé que a pocos metros tengo a quien quiero que sea el único que me tira los trastos, y me río con ellos y les doy mi opinión acerca de mi vestido, comparándolo con las cortinas de nuestras abuelas. Y la comida está lista, nos la llevamos entre Sofía y yo, pero los cuatro comeremos casi en silencio porque los pinchos están para transportarse directamente al paraíso.
No vuelvo a mi casa. Me voy hacia Lucero, pero nos paramos en La Laguna, porque así la cuesta no es hacia arriba sino hacia abajo. Son las 07.15 de la mañana y en el metro nos hemos quedado a ver un partido de fútbol en el andén, cuyo resultado ha sido gol del tren al pasar por encima del balón. El cielo está de un azul intenso, en un parque hay dos personas subidas a un árbol, yo sólo pienso en esa cama y en ese calor humano. Tras horas de sueño profundísimo, comida china está puesta en la mesa, Conan El Bárbaro en la televisión. Una especie de moño recogido de cualquier forma, una camiseta enorme de marca de deporte y unos pantalones de baloncesto son el uniforme de un amanecer de domingo a las 15.30 horas. Me atrevo a jugar a no sé qué videojuego de dar hostias sin razón alguna. Los personajes son dignos de una fumada importante por parte de los diseñadores informáticos. El Grand Thef Auto aparece en la pantalla y yo me animo a coger el mando en cuanto veo que buena parte del juego consiste en conducir un coche a toda velocidad por el símil de Nueva York. Son las 18.30, con el día que hace, hay que salir a la calle. Nos bajamos en Ópera, andamos hacia el Palacio Real, bajamos a losSabatini, el sol en la cara es como una bendición que marca la excepción. Por la calle Bailén, nos paramos en la zona de las Vistillas, yo prometo ir este año y eliminar de una vez huellas que sólo provocan mala hostia infinita. Retomamos Bailén, aparece Embajadores, giramos hacia La Latina, saltamos a la Plaza Mayor, mil temas de conversación, refuerzos al sistema digestivo, volver a Ópera, coger el metro a casa; todo, sencillamente, fluye, y la palabra a la que todo el mundo tiene miedo aparece en mi mente, no hay ninguna duda de que está iluminada en un capítulo en el que no existen ni pilas, ni bombillas. Por si fuera poco, es domingo. Y ahora descubro que en todas las fotos salí riéndome, con la piñata con luz de neón, importando un huevo cualquier cosa que no fuese tu criterio y el de los que te importan.
¡Cosas! En Agosto cae interrail por Escocia e Inglaterra. Y una guía de Lonely Planet de Great Britain, aquí a mi lado, lo confirma. Un finde, en casita "del sur", para devorarla. Con mucho gusto acumulado. ¡Cosas! Tengo curro. Unos días a la semana. Genial. ¡Cosas! Esa pedazo de hermana que tengo me ha regalado tres cosas más, entre ellas un libro de tiras cómicas de un argentino que tiene toda la pinta de aspirar a "Los cinco mejores..." y... un MAPAMUNDI. Ole, ole, ole... la de años que llevo esperando el mapamundi. ¡Ais! Peligro no, lo siguiente...
Somehow I'm not impressed. Somehow you, in the book of talking about myself, are actually older. Somehow I don't fuckin' care about you, about the existence of my patience or not, just do it, just action, just well done. Somehow I'm planning on things which will take place in a long time, while they fuck me right now. Somehow I'm in New York, for the last 24 hours. Somehow I realize I'll do whatever to come back, and to show it to you next time. Somehow I really miss somebody, but a difference takes place: I really love this person, this person really loves me. We really have each other, there's no fuckin' third of fourth person dancing around and playing part of a show. Somehow I smile and then a laugh emerges from the ground: people hate with a lot of passion. I actually did it, then saw how somebody behaved, then don't fuckin' care if you haven't wished me a happy birthday because I didn't do it to you because your entire behavior has showed no sense at all because of some reason that obviously don't marry two emails and some tries to show you what a stupid thing can be life and how I really wanted to solve that completely and misunderstood thing. The Cranberries sang it pretty well in "Wanted" song.
Por qué. Te preguntas por qué. Por qué al llegar de la cervezada neoyorquina celebrando con desconocidos que son las 00.00 del día de tus 23 años, recibes un trompazo en las narices justo al menor curioso indicio de que, quizá, sí que las intenciones de aquello de dabas por perdido podían ser buenas. Por qué. Qué necesidad. Y es un trompazo simple, para nada como los primerizos, como los que te hicieron perder el tiempo más que ninguna otra mosca que se había cruzado en tu camino. Pero por qué. Por qué todo, en general, y ahora, aquí, de lo que hablo en particular, se empeña cada vez más en ser un tremendo chiste, un chiste vital ante el cual sólo te queda reírte y opinar: "Esto ya lo suponía". Coño, es que es verdad que lo suponías. Es que era tremendamente sencillo. No te las das de vidente, sólo te las das de dedicar mucho tiempo, perdiéndolo o ganándolo, pero desde luego dedicándolo. Todos esos fantasmas sólo han dado el resultado de algo maravilloso, que ahora deleitas y saboreas siendo consciente de que, no siendo ninguna recompensa impuesta por ningún Juez del Tetris que "Karma World" implicaría, es algo que nunca dejarías escapar. Parte de dos, por la tuya está enormemente compuesta de lección hasta el último rincón aprendida. Y entonces ocurre esto, y el por qué salta a la superficie. A los treinta segundos, sin contarlos si quiera, el corazón vuelve a latir a su ritmo normal y el torbellino que encierra el cráneo vuelve a consistir en una piscina donde no hay olas. La conclusión es lo que queda, y el por qué se traduce en un nunca podría. Nunca podrías aceptar a quien te ha hecho daño conscientemente, inconscientemente, de primera y de decimosexta vez. Nunca podrías tolerarlo desde ningún punto de vista tolerable, sensato, adulto e imparcial. Nunca podrías dejar de ser tú, y convertirte en el show de lo que nunca quisiste ni querrías ser.
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